Qué relativo es todo...

Si tuviera que calificar este verano no encuentro muchos adjetivos positivos... Un viaje por Túnez, muy especial e interesante, por cierto, y después, lo de siempre de un tiempo a esta parte, situaciones familiares que empiezan mal y acaban peor... Y estoy hasta las narices de ser diana por no sé que suerte del destino.

Como no será aquí donde desahogue mis problemas con la parentela, me limito a cosignar mi hartazgo  y a ceñirme al título de estos pesamientos, la relatividad de las cosas. Si tuviera ocasión de hablar esta tarde con un mujer de mi edad en Gaza, probablemente me daría cuenta de que su realidad es verdaderamente problemática, y lo mío una chorrada. Y, si un poquito más tarde me diera por viajar a Sierra Leona para llevar las vacunas experimentales a la población que padece el Ébola, comprendería que mi preocupaciones son tan ridículas que no merecen ser comentadas. Y subiendo de nuevo a Oriente Próximo, allí donde mi correligionarios están huyendo de la barbarie y de la irracionalidad,¿ por dónde irían mis pensamintos personales?, ¿ocuparían acaso un segundo mi mente?. Esta es la realidad y, sin embargo, no consigo que lo real se abra paso en mi mente y en mi corazón y me quedo en mis chorradas familiares, pasándolo francamente mal, y también, por qué no decirlo, sufriendo inutilmente.